lunes, 2 de marzo de 2020

El Puente del Diablo

Leyendas Bolivianas: El Puente del Diablo

by Rayber
(Bolivia)


Esta historia se pasó de padres a hijos. Cuenta mi padre que en su pueblo (Potosí, Bolivia) hay un antiguo puente. Este dicen ser más que solo un puente, ya que relatan:


Un jóven campesino estaba enamorado de una jóven indígena muy bella, hija del alcalde del pueblo. Ellos se veían a escondidas ya que su padre no aceptaría al chico por ser de familia humilde.

Un día su padre sale por la noche a caminar y los encuentra. El chico y el señor empiezan a pelear y su hija los detiene. Entonces su padre concibe una idea: "Si quieres a mi hija, pagarás con dinero el amor que tienes, pero éste tendrás que tenerlo en una semana."



El chico sin pensarselo viaja a la capital y trabaja de cosas que hasta un animal no trabajaría, pero lo consigue. Al quinto día decide volver ya teniendo dinero suficiente para cumplir con el acuerdo del padre de su novia.

Decide viajar en camión ya que autobuses no llegan al pueblo. Este tarda por raros problemas que salen al camino. Bueno total, el último día está a punto de llegar. Solo falta que pase un barranco que al otro lado está el pueblo, pero empieza a llover y llover.

El chico, desesperado, pide ayuda al diablo, quien contesta a su petición y le dice que al cantar por la mañana el gallo su alma le será suya. El chico acepta. Entonces el diablo se pone a trabajar picando piedras, haciendo dicho Puente.

El jóven se da cuenta que hizo mal y pide ayuda a Dios. De repente en la última piedra del puente se posan varios ángeles, no permitiendo que termine el puente. Así en la mañana canta el gallo y el muchacho salva su alma, pero desde entonces el puente queda siempre incompleto en una lado sin una piedra.

Dirán que se coloca una y ya. Pero yo lo intenté y de la noche aparece una neblina y por la mañana se ve en el lugar del puente que la piedra se ¿deshace???

Y a la media noche aparece en medio del puente un hombre que mira el lugar donde falta y se posa en ese lugar, desapareciendo por la mañana y volviendo en las noches mas frías que nadie aunque por broma se pondría ya que el "frío" no te dejaria descansar. Testigo de lo que pasó aquella noche entre un hombre y el diablo.

La leyenda del Guajojo (Bolivia)

Leyendas Bolivianas: La Leyenda del Guajojo

by Paulo
(Santa Cruz)


Cuenta la leyenda, que hace algunos siglos en una antigua tribu de la Chiquitanía, existía una hermosa joven: hija del cacique de la tribu. Esta muchacha se enamoró de un jóven de un estatus menor que el de ella, pero el amor pudo más que las clases sociales y ambos se venían a ocultas para demostrarse su amor.


Cierto día, el padre de la joven se enteró de la aventura romántica de su hija y decidió ponerle fin. Por medio de engaños llevó al novio de su hija a la selva y cuando estuvieron muy adentrados en la selva, el cruel cacique asesinó al jóven.

La muchacha presintió que algo ocurrió con su amado y corrió hasta la selva tan solo para ver que su amado yacía sin vida en el suelo cerca de su padre. La dolida joven en medio de llantos reclamó a su padre lo acontecido y dijo que se lo diría a todos en la tribu.



Entonces su padre, que también era un chamán, hizo una terrible acción para evitar que su hija lo delatara. Por ser descendiente suya no se atrevía a matarla, entonces por medio de su magia la convirtió en una horrible ave nocturna.

Pero antes de que la metamorfosis se completara, la muchacha alcanzó a pronunciar el nombre de su amado “Guajojó”.

Desde entonces, durante las noches en la selva, se escucha el estremecedor y triste sonido emitido por esta ave maldita, reclamando el asesinato de su amor.

La leyenda del duende (Bolivia)

Leyendas de Bolivia: El Duende

by Osbaldo
(Santa Cruz, Bolivia)


Cuenta una leyenda boliviana que en Santa Cruz existe un duende. Este tiene diferentes modos de vestirse aunque mucha gente dice haberlo visto con túnica blanca y un gran sombreo de "sao". La historia que me cuenta un señor ya mayor dice:


"Pasaba las tardes en Santa Cruz con mis amigos a jugar por el campo. Santa Cruz no era como ahora ya que los campos estaban cerca. Esa tarde yo y mis amigos nos reunimos para hablar de ello y apareció un extraño individuo....pareció niño pero la mirada delata muchas cosas y no la de un niño. Este amigo jugaba con nosotros todas las tardes pero por la noche volvia al bosque.

Yo me alejé un poco de mis amigos ya que mis padres necesitaban ayuda y me llamaban mucho. Así pasó un largo tiempo hasta que no los vi. Cuando volví por fin todos habían cambiado. Eran más atrevidos, groseros y peleones con todos.

El niño nuevo había caído bien pero no de la manera más adecuada ya que insinuaba a mis amigos faltar el respeto a sus padres con bofetas, insultos, puñetes, robar, etc.

Una tarde o casi noche, no recuerdo bien, uno de mis amigos viene a mi casa desesperado ya que sus padres, hartos de él, iban a castigarlo duramente con el chicote, así que me pide ayuda. Creí que hice bien en ayudarlo pero me equivoqué ya que él se portaba peor.

Una tarde me vuelve a pedir el mismo favor pero me niego. El jóven misterioso lo invita a ir a su casa que ahí tendrá de todo y no tendrá que ver a sus padres ni obedecer reglas. Mi amigo se fué con el. Pasaron uno, dos, tres días hasta que los padres de mi amigo vienen a mi casa asustados ya porque el jóven no daba señales.

Avisé a sus padres que mi amigo se fué con el otro jóven para el bosque a vivir. Me obligan a guiarles y por el campo muy al fondo, que horror! Encontramos partes de sus ropas botadas por el suelo y manchadas con sangre. La búsqueda se siguió 5 días creo.

El jóven nuevo no volvía a pisar el pueblo hasta que una tarde del sexto día solo se encuentra lo que parece ser costillas y algún hueso largo.

Ahora las historias sobre el duende crean expectación que con respecto a los niños malos, el duende se cuela entre grupos de amigos para llevárselos con excusas que tendrán casa, comida y no tendrán que obedecer ni reglas ni padres.

Nunca dejen a sus hijos caminar solos de noche pues la misma es el refugio del duende que observa a los jovenes esperando para poder meterse entre ellos como uno más y .....

La leyenda de la Coca (Bolivia)

Leyendas de Bolivia: Leyenda de la Coca


(Bolivia)


Era por el tiempo en que habían llegado a estas tierras los conquistadores blancos. Las jornadas siguientes a la hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas. Las ciudades fueron destruidas, los cultivos abandonados, los templos profanados e incendiados, los tesoros sagrados y reales arrebatados. Y, por todas partes en los llanos y en las montañas los desdichados indios fugitivos, sin hogar, llorando la muerte de sus padres, de sus hijos o de sus hermanos. La raza, señora y dueña de tan feraces tierras yacía en la miseria, en el dolor. El inhumano conquistador, cubierto de hierro y lanzando rayos mortales de sus armas de fuego y cabalgando sobre briosos corceles, perseguía por las sendas y apachetas a sus espantadas victimas.


Los indios indefensos, sin amparo alguno, en vano invocaban a sus dioses. Nadie, ni en el cielo ni en la tierra, tenía compasión de ellos.

Un viejo adivino llamado kjana-chuyma que estaba, por orden del inca, al servicio del templo de la isla del Sol, había logrado huir antes de la llegada de los blancos a las inmediaciones del lago, llevándose los tesoros sagrados del gran templo. Resuelto a impedir a todo trance que tales riquezas llegaran al poder de los ambiciosos conquistadores, había conseguido después de vencer muchas dificultades y peligros, en varios viajes, poner a salvo por lo menos momentáneamente; el tesoro en un lugar oculto de la orilla oriental del lago Titicaca.

Desde aquel sitio no cesaba de escudriñar diariamente todos los caminos y la superficie del lago para ver si se aproximaban las gentes de Pizarro.

Un día los vio llegar. Traían precisamente la dirección hacia donde él estaba. Rápidamente resolvió lo que debía hacer. Sin perder un instante, arrojo todas las riquezas en el sitio mas profundo de las aguas. Pero cuando llegaron junto a él los españoles, que ya tenían conocimiento de que kjana-chuyma se había traído consigo los tesoros del templo de la isla, con intención de sustraerlo al alcance de ellos, lo capturaron para arrancarle si fuera preciso por la fuerza el ansiado secreto.

Kjana-chuyma se negó desde el principio a decir una palabra de lo que los blancos le preguntaban. Sufrió con entereza heroica los terribles tormentos a que lo sometieron. Azotes, heridas, quemaduras, todo, todo soporto el viejo adivino sin revelar nada de cuanto había hecho con el tesoro.

Al fin los verdugos, cansados de atormentarle inútilmente, le abandonaron en estado agónico para in por su cuenta a escudriñar por todas partes.

Esa noche, el desdichado kjana-Chuyma, entre la fiebre de su dolorosa agonía, soñó que el Sol, Dios resplandeciente, aparecía por detrás de la montaña próxima y le decía:

-Hijo mió, tu abnegación en el sagrado deber que te has impuesto voluntariamente, de resguardar mis objetos sagrados, merece una recompensa. Pide lo que desees, que estoy dispuesto a concedértelo.

-¡Oh!, Dios amado – respondió el viejo- ¿Qué otra cosa puedo yo pedirte en esta hora de duelo y de derrota, sino la redención de mi raza y el aniquilamiento de nuestros infames invasores?

-Hijo desdichado-le contesto el Sol- Lo que me pides, es ya imposible. Mi poder ya nada puede contra esos intrusos; su dios es más poderoso que yo. Me ha quitado mi dominio y por eso, también yo como nosotros debo huir a refugiarme ene. Misterio del tiempo. Pues bien, antes de irme para siempre, quiero concederte algo que esté aún dentro de mis facultades.

-Dios mió,- repuso el viejo con pena- si tan poco poder ya tienes, debo pensar con sumo cuidado en lo que voy a pedirte.

Un grupo de habitantes del imperio del Sol, escapando de los intrusos, embarcándose en pequeñas balsas de totora, atravesó el lago y fue a refugiarse en la orilla donde kjana-chuyma estaba luchando con la muerte.

Los indios acudieron a cuidarlo. Kjana-chuyma era uno de los yatiris mas queridos en todo el imperio, por eso los indios, rodearon su lecho de agonía, llenos de tristeza, lamentando su próxima muerte. El anciano, al ver en torno de si ese grupo de compatriotas desdichados, sentia mas honda pesadumbre e imaginaba los tiempos de dolor y amargura que el futuro guardaba a esos desventurados. Fue entonces que se acordó de la promesa del gran astro. REsolvio pedirle una gracia, un bien durable, para dejarlo de herencia a los suyos; algo que no fuera ni oro ni riqueza; para que el blanco ambicioso no pudiera arrebatarles; en fin un consuelo secreto y eficaz para los incontables días de miseria y padecimientos.

Al llegar la noche, lleno de ansiedad en medio de la fiebre que le consumía, imploro al sol para que acudiera a oírle su ultima petición. Alos pocos momentos un impulso misterioso lo levantó de su lecho y lo hizo salir de la choza.

Kjana-chuyma, dejándose llevar por la secreta fuerza que lo dirigía, subió por la pendiente arriba hasta la cumbre del cerro. En la cima notó que le rodeaba una gran claridad que hacia contraste con la noche fría y silenciosa. De pronto una voz le dijo:

-Hijo mío. He oído tu plegaria. ¿Quieres dejar a tus tristes hermanos un lenitivo para sus dolores y un reconfortantes para las terribles fatigas que les guarda en su desampara?

-Si, si. Quiero que tengan algo con que resistir la esclavitud angustiosa que les aguarda. ¿Me la concederás?

-Bien,- respondió la voz- mira en torno tuyo ¿ves esas pequeñas plantas de hojas verdes y ovaladas? La he hecho brotar por ti y para tus hermanos. Ellas realizaran el milagro de adormecer penas y sostener fatigas. Serán el talismán inapreciable par los días amargos. Di a tus hermanos que, sin herir los tallos, arranquen las hojas y después de secarlas, las mastiquen. El jugo de esas plantas será el mejor narcótico para la inmensa pena de sus almas.
Kjana- chuyma, sintiendo que le quedaban pocos instantes de vida, reunió a sus compatriotas y les dijo:

-hijos míos. Voy a morir, pero antes quiero anunciaros lo que el INTI, nuestro Dios, ha querido en su bondad concederos por intermedio mío: Subid al cerro próximo. Encontrareis unas plantitas de hojas ovaladas. Cuidadlas, cultivadlas con esmero. Con ellas tendréis alimento y consuelo. En las duras fatigas que os impongan el despotismo de vuestros amos, mascad esas hojas y tendréis nuevas fuerzas para el trabajo.

En esos desamparados e interminables viajes que les obligue el blanco, mascad esas hojas y el camino os hará breve y pasajero.

En los momentos en que vuestro espíritu melancólico quiera fingir un poco de alegría, esas hojas adormecerán vuestra pena y os dará la ilusión de creerlos felices.

Cuando queráis escudriñar algo de vuestro destino, un puñado de esas hojas lanzado al viento os dirá el secreto que anheláis conocer.

Y cuando el blanco quiera hacer lo mismo y se atreva a utilizar como vosotros esas hojas, le sucederá todo lo contrario. Su jugo, que para vosotros será la fuerza de la vida, para vuestros amos será vicio repugnante y degenerado: mientras que para vosotros los indios será un alimento casi espiritual, a ellos les causará la idiotez y la locura.

Cuidad que no se extinga y conservarla y propagadla entre los vuestros con veneración y amor. El viejo kjana-chuyma doblo su cabeza sobre el pecho y quedo sin vida.

Los desdichados indios gimieron por la muerte del venerable yatiri. Eligieron la cima del próximo cerro para darle sepultura. Fue enterrado dentro de un cerco de las plantas verdes y misteriosas. Recién en ese momento se acordaron de cuanto les había dicho al morir kjana-chuyma y recogiendo cada cual un puñado de las hojitas ovaladas se pusieron a masticarlas.

Entonces se realizo la maravilla. A medida que tragaban el amargo jugo, notaron que su pena inmensa se adormecía lentamente...


(Leyenda extraída del libro "Leyendas de mi tierra" de Antonio Díaz Villamil)

Oboish

Oboish

En Bolivia existen también creencias de enfermedades similares al mal de ojo, pero mortales, llamadas “oboish” o “malpuesto”.
Este mal solo puede ser curado por hechiceros que vendieron su alma al diablo. Los remedios van desde agua bendita hasta latigazos con cintas hechas de piel de animal.

Los duendes

Los duendes

El duende es un personaje recurrente en las historias bolivianas. Distintas versiones hablan de ropas blancas, sombreros y otros atuendos particulares, pero todas coinciden en que es un niño cuyos ojos asoman el mal.
Cuentan que murió antes de que lo bautizaran y ahora va por ahí haciendo travesuras. Algunas historias aseguran que tiene una mano de hierro y con ella golpea a quien encuentra; otras historias lo asocian con asesinatos.

La Destrucción de Huari

La destrucción de Huari

Un dios maligno llamado Huari decidió enfrentar a la tribu de los urus por haber seguido el camino del bien.
Envió plagas y monstruos como serpientes y sapos a destruir la población, pero la Virgen del Socavón salió a su rescate y peleó con el dios hasta que este huyó y se escondió donde nadie más pudiera encontrarlo.

El cuidador de minas (Bolivia)

El cuidador de minas

«El tío»: así se conoce al protector del mundo subterráneo en Potosí. Allí, donde los dominios de Dios no alcanzan, los mineros se han entregado a la tutela del diablo, a quien apodaron “el tío”.
Después de siglos de explotación minera iniciada por la colonia española e innumerables muertes (se dice que superaron los ocho millones), aún pueden encontrarse en los pasillos de las minas figurines rodeados por cervezas, cigarros e incluso animales sacrificados en adoración al tío, para que este los proteja.
Los riesgos para los mineros son muy altos. Algunas de las causas de muertes de estos trabajadores son los rudimentarios equipos de protección, la falta de oxígeno, las posibilidades de accidentes y la constante amenaza de la enfermedad negra pulmonar.
La adoración al diablo le da a estos hombres y niños la esperanza de protección. Mientras el tío esté contento, podrán regresar a casa.

Chiru Chiru

Chiru Chiru

Chiru Chiru era un ladrón que vivía en las minas, una especie de Robin Hood que repartía lo que hurtaba entre los pobres.
Un día un minero lo encontró robando y lo hirió. Cuentan que cuando fueron a buscarlo a su cueva, donde se refugió luego del ataque, encontraron su cadáver junto a una imagen de la Virgen. Desde entonces, la cueva de Chiru Chiru se volvió un lugar sagrado.

Lluvia y Sequía

Lluvia y sequía

Cuenta la historia que Pachamama (la tierra) y Huayra Tata (el viento) eran pareja. Huayra Tata vivía en el tope de cierros y abismos, y cada cierto tiempo bajaba y vaciaba el lago Titicaca para fecundar a Pachamama, dejando luego caer el agua en forma de lluvia.
Cuando se quedaba dormido en el lago, las agua se turbaban, pero siempre regresaba a las cumbres, que eran sus dominios.

El jichi (Bolivia)

El jichi

Los chiquitanos creen en un genio guardián que cambia de forma. Aunque a veces es sapo y otras tigre, su más común manifestación es la de la serpiente.
Resguarda las aguas de la vida y por esto se esconde en ríos, lagos y pozos. A veces, como castigo para quien no valora este recurso, se va y deja atrás la sequía.
Al jichi hay que rendir tributo, porque si se molesta pone en peligro la prosperidad de la pesca y la supervivencia de los pueblos.

El guajoró

El guajojó

En la selva, después de caído el sol, se escucha el canto del guajojó. Dicen que es casi un llanto, un sonido desgarrador que deja trastocado a quien lo escucha.
Su canto se oye en la selva, en algunas regiones del Amazonas. El guajojó es un ave, pero según cuenta la leyenda, antes fue mujer.
Era la hija de un cacique que se enamoró de un hombre de su misma tribu. Al enterarse, su padre utilizó sus poderes de hechicero para matar al pretendiente en el espesor de la selva por no considerarlo digno.
Cuando la india comenzó a sospechar por la prolongada ausencia de su amado, fue a buscarlo. Al encontrar los restos del crimen amenazó a su padre con denunciarlo ante la tribu. Para protegerse, el cacique la convirtió en ave. Desde entonces está por allí llorando la muerte de su amado.

Origen del maíz (Bolivia)

Origen del maíz

Un día el dios Ñandú Tampa se encontró a unos mellizos, Guaray (sol) y Yasi (luna), jugando solos en el monte. Al verlos pensó que serían buena compañía para el dios padre Ñanderu Tampa y velozmente los atrapó y se fue volando a entregarlos.
La madre escuchó a sus hijos y corrió hacia ellos, pero no pudo sino tomarlos de los pulgares del pie, que se quedaron en sus manos mientras el dios Ñandú seguía obstinadamente su camino.
Tiempo después, el dios padre le ordenó en sueños a la madre que sembrara los pulgares de sus hijos. Después de un largo período de sol y lluvia, comenzaron a crecer grandes plantas con forma de lanza del lugar en donde enterró los dedos de los mellizos.
De estas plantas comenzaron a salir frutos con granos de distintos colores: amarillos, blancos y morados, como regalo del dios padre.

Leyenda chiriguana

Leyenda chiriguana

Según los chiriguanas, etnia tupí-guaraní que ocupó territorios bolivianos, el origen de esta leyenda está en la  historia de dos hermanos: Tupaete y Aguara-tumpa, el bien y el mal, creación y destrucción.
En tiempos lejanos, Aguara-tumpa estaba celoso de la creación de su hermano y quemó todos los campos y bosques en donde habitaban los chiriguanos.
Para protegerlos, Tupaete les recomendó mudarse a los ríos, pero su hermano se negó a rendirse e hizo llover hasta que toda la chiriguania se inundara.
Ya rendido ante el destino, Tupaete habló a sus hijos. Todos morirían. Sin embargo, para salvar la raza los mandó a elegir entre todos sus hijos a los dos más fuertes, para meterlos en un mate gigante.
Así, los dos hermanos se mantuvieron protegidos hasta que Aguara-tumpa creyó extintos a todos lo chiriguanos y dejó que los campos se secaran. Los niños crecieron y salieron de su escondite.
Los niños se encontraron a Cururu, un sapo gigante que les dio el fuego y les permitió sobrevivir hasta que fueron suficientemente grandes para reproducirse y recuperar la raza chiriguana.

El Fantasma del Cementerio Jardín (Bolivia)

El Fantasma del Cementerio Jardín

El Fantasma del Cementerio Jardín
La leyenda de Bolivia urbana que vamos a contar a continuación, tiene como principal peculiaridad el hecho de que las personas que narraron lo acontecido, pidieron permanecer en el anonimato.

No sólo en la capital, sino también en las diversas poblaciones del territorio boliviano, la gente tiene sus propias leyendas urbanas. Es decir, hechos que han ocurrido en un periodo reciente, pero que no cuentan con las bases suficientes como para considerarse historias verdaderas.

La señora que hizo la crónica, afirmó que una noche iba con su marido en dirección a su casa después de haber cenado con unos embajadores. Como aún les faltaba mucho camino para llegar a su destino, el hombre decidió tomar un atajo y se dirigió hacia Sopocachi.

En una zona cercana al Cementerio Jardín la mujer dijo haber visto a una persona vestida de negro. De inmediato, le pidió a su marido que detuviera el auto, ya que ella pensó que aquella dama tal vez tendría frío, debido a que era invierno y no se veía que trajera ningún abrigo.

Se acercaron lentamente hasta donde ella estaba y llamaron su atención. Luego la dama que vestía de negro, los miró y al hombre casi le da un infarto al percatarse de que aquella no era una mujer cualquiera, sino un fantasma.

«Tenía los ojos completamente blancos, tampoco tenía pies, sino que flotaba por la calle en dirección hacia el camposanto». Dijo el esposo cuando fue interrogado por el paramédico que lo revisó media hora después en el hospital.

Desafortunadamente no podemos darte un número exacto de las personas que han referido alguna historia similar ocurrida en este panteón, ya que la mayoría de ellos prefiere tratar de olvidar esas experiencias traumáticas.

Sin embargo, no debemos dejar de considerar que este no es el único panteón en Bolivia en el que la gente cree haber visto fantasmas que deambulan entre las tumbas tratando de encontrar el descanso eterno.

Fantasmas en el Hospital del Tórax (Bolivia)

Fantasmas en el Hospital del Tórax

leyendas urbanas de bolivia - Fantasmas en el Hospital del Tórax
Dicen que en ese lugar se aparecen frecuentemente fantasmas y otras entidades del más allá. Uno de los casos más sonados acerca de este tipo de leyenda urbana fue el que le ocurrió a la enfermera Wilma Huañapaco, quien un día 4 de agosto había hecho doble turno.
El reloj marcaba 1.55 am y ella estaba alistando los documentos de los pacientes a los que había atendido, para entregárselos al encargado del siguiente turno, cuando comenzó a sentir que el ambiente se tornaba sumamente denso.
A su cuerpo lo invadió una sensación de tremenda pesadez. Era como si algo la estuviera deteniendo en la silla. Inclusive, otras de sus funciones corporales como el habla, el olfato, el oído y la vista también se vieron afectadas.
Como pudo, giró la cabeza hacia atrás y observó la silueta de un hombre de gran estatura, quien lo envolvía una extraña luz de color verde. Luego la figura desapareció y Huañapaco pudo continuar con sus labores como si nada hubiera pasado.
Ella afirma que no se trató de ninguna alucinación, ya que estuvo despierta en todo momento, principalmente porque una enfermera no puede dormir cuando hay muchos pacientes enfermos a los que atender.
Por otro lado, también refirió que este tipo de experiencias extrasensoriales han sido parte de su vida desde su infancia, ya que a muy temprana edad era capaz de percibir la presencia de espíritus.
Lo cierto es que, en ese nosocomio, no es el único caso que se ha reportado, puesto que hay informes en los que se asevera que algunos camilleros también han visto fantasmas de todo tipo, principalmente a un hombre que camina por los pasillos de urgencias. Su seña particular es que no tiene cabeza.
Vale la pena mencionar que el Hospital del Tórax (algunos lo conocen con el nombre de Hospital General» se ubica muy cerca de la morgue. Esto tal vez pueda explicar el motivo por el que los fantasmas acuden a él con cierta frecuencia.

El hombre que se transformaba en Sicurí (Bolvia)

El hombre que se transformaba en Sicurí

El hombre que se transformaba en Sicurí
Una pareja de recién casados, se fue a vivir cerca de las orillas de la laguna de Yaguarú. En dicho sitio, algunos de los vecinos ya habían advertido la presencia de una Sicurí (Por si no lo sabes, esta es una serpiente de gran tamaño, muy similar a la anaconda), razón por la cual recomendaban que las mujeres y los niños no salieran de sus domicilios sin ser acompañadas por un hombre.
Sin embargo, lo que más llamó la atención de los lugareños es que luego de la llegada de los forasteros, un hombre extraño comenzó a merodear la puerta principal de la casa de estos.
Se trataba de un sujeto alto y espigado que vestía de negro. Un día el dueño de la casa, vio al extraño espiando y sin pensarlo dos veces, sacó su escopeta y le disparó en tres ocasiones.
Al día siguiente, afuera de su domicilio encontró a una Sicurí muerta.

El féretro (Bolivia)

El féretro

El féretro
Esta es una de esas leyendas de terror que te dejarán asombrado. Se dice que, en Potosí Bolivia, no debes salir después de medianoche los días martes o viernes.
Esta historia ocurrió hace muchos años, en el tiempo en el que los españoles se hacen cargo de las minas de esa región. Se dice que un matrimonio con cinco hijos llegó a esa localidad con la esperanza de hacer fortuna.
Precisamente al año en el que ellos llegaron a suelo boliviano, la más pequeña de sus hijas enfermó gravemente de sarampión y luego de un tiempo desafortunadamente falleció.
Al correr de los años, la familia regresó a España dejando los restos de la pequeña en territorio sudamericano. Exactamente después de que transcurrieron 15 días de la partida de éstos, varios mineros afirmaron ver un ataúd llameante yendo en dirección a la estación de trenes.
Lo más escalofriante de este asunto es que en cuanto el primer rayo de sol se asomó por el firmamento, el féretro volvió rápidamente al panteón.
¿Pero por qué pasó esto? Muy sencillo, los estudiosos de fenómenos paranormales dicen que, en aquellos años, el tren que iba con dirección a la capital del país (La Paz) salía de Potosí los martes y los viernes a medianoche.

El Cóndor y la Chola (Bolivia)

El Cóndor y la Chola

El Cóndor y la Chola
En la provincia boliviana muchos conocen esta bonita historia. La muchacha más linda de la región, era la encargada de cuidar un rebaño de ovejas.
Todos los días se le podía ver recorriendo los prados, al lado de sus animales, pues no quería que a ellos les pasara nada. Una mañana de verano, un cóndor de gran tamaño pasó por ahí y miró a la joven.
De inmediato, su corazón quedó prendado de ella y buscó la manera de raptarla. Aguardó hasta que los demás pastores se fueron a su casa y entonces utilizando sus garras, tomó a la chiquilla por los hombros y la elevó hasta lo más alto de una montaña, lugar en donde la criatura vivía.
La pobre cholita le suplicaba que la dejara regresar a su casa al lado de sus padres, pues debía ayudarlos con las labores del campo. Así pasaron varios días y la joven iba perdiendo peso, no sólo por el temor que sentía, sino porque no había alimentos que comer.
Por su parte, el cóndor le llevaba a diario carne cruda, pero al no haber fuego, ella no podía consumirla.
Fue entonces cuando el ave se percató de que los humanos cocinaban la comida utilizando la lumbre. Una noche voló hasta donde encontró las cenizas humeantes de lo que anteriormente fue una fogata, tomó un trozo de carne y lo calentó ahí, hasta que cambio de color.
Luego se lo llevó a la cholita y se lo dio a comer. No obstante, la chiquilla continuaba rogándole que le permitiera retornar a su casa. Entonces el cóndor se dio cuenta de que no podía retenerla ahí, ya que ella nunca lo iba a querer.
Haciéndole un gesto, el ave le dijo que se subiera en él y se sujetara fuertemente de sus plumas, para así regresarla a donde pertenecía.
Era la primera vez que, en días, la muchacha usaba una sonrisa.
Posteriormente el ave cumplió su promesa y la devolvió a su domicilio sana y salva. Se dice que ella conservó una de las plumas del cóndor, como un obsequio.

La leyenda de la viuda alegre (Bolivia)

La Leyenda de la Viuda Alegre

Leyendas de bolivia - La Leyenda de la Viuda Alegre
Hace casi dos siglos, Martín fue a la fiesta del pueblo, ya que sus hermanos menores le habían insistido que los acompañara. Él era un hombre bastante reservado que pasaba la mayor parte de su tiempo trabajando.
Llegaron al sitio de la tertulia y de inmediato los fraternos de Martín encontraron con quien bailar. Mientras tanto, él se sentó en un rincón y esperó a que la celebración terminara.
De pronto, se acercó a él una bella mujer delgada de ojos negros y cabello rizado que le dijo:
– ¿Qué haces aquí sólo?
– Yo solo vine a acompañar a mis hermanos. Las fiestas no me gustan, no soy ni buen conversador, ni mucho menos un buen bailarín.
– A mí tampoco me gusta bailar, ¿por qué no vamos afuera para charlar un rato? El ruido de la música ya no lo soporto.
Esa noche la luna estaba espléndida y el clima era bastante agradable. Los dos empezaron a conversar y luego de un par de horas se besaron.
Súbitamente, la mujer miró al cielo y mencionó:
– Ya es muy tarde, debo irme a mi casa.
– Yo te llevo. Tienes razón, no es bien visto que una mujer soltera esté fuera de su hogar cuando se aproxima la medianoche.
La mujer aceptó y los dos subieron al caballo de Martín. Sin embargo, el corcel en el momento exacto en el que la chica se subió en su lomo, relinchó de una manera como nunca lo había hecho antes.
Luego el sujeto tomó el camino que conducía al pueblo, más la dama le dijo:
– Mi casa está cerca del cementerio, por favor llevarme para allá.
– ¿Qué? Pero si en el camposanto no hay casas. Replicó Martín, aunque obedeció las instrucciones que le habían dado.
En el preciso instante en el que llegaron afuera del panteón, la mujer lanzó un alarido de terror. Hay quienes dicen que el grito fue tan fuerte que pudo escucharse hasta en el rincón más recóndito de Bolivia.
El hombre volteó hacia atrás y quedó horrorizado al notar que la dama se había transformado en un esqueleto andante.
Se trataba de la «Viuda Alegre», un ente que intenta matar de un susto a sus víctimas.

La leyenda del maiz (Bolivia)

La leyenda del maíz (Bolivia)

La leyenda del maíz BoliviaLa leyenda del maíz es originaria de Bolivia. Se dice que en la región de Kollana existieron dos comunidades formadas por el ayllu chayanta y el ayllu charca, quienes vivían enfrentados por motivos de relativa importancia. Estas tribus podían dirimir sus diferencias en la antigua costumbre de los torneos pugilatos, luchas y guerrillas llamadas champamackanacus o tincus; en las cuales cada año los guerreros de los ayllus podían enfrentarse.
Según la creencia indígena, cuando había víctimas en el champamackanacus era señal de un buen año de cosecha. Por el contrario, cuando los guerreros rivales resultaban sin heridas, se presagiaba un año difícil para la siembra.
Uno de esos años participó en la competencia un joven llamado Huyru, que pertenecía al ayllu chayanta. El joven estaba casado con una hermosa indiecita del ayllu charca llamada Sara Chojllu. Se cuenta que Sara le rogó a su esposo que no fuera a combatir contra su gente. Pero el joven con mucho orgullo le contestó que no podía hacerlo porque parecería un cobarde. Haciendo a un lado a su mujer se dirigió al campo de batalla.
Con malos presentimientos, la muchacha siguió a su esposo hasta el lugar del combate. Cuando comenzó la lucha, ella ayudaba al joven dándole las piedras que Huyru utilizaba como proyectil al lanzarla con su honda. Así fue transcurriendo el champamackanacus.
Al caer la noche, ya en el ocaso de la competencia, el padre de Sara Chojllu lanzó una flecha que se clavó en el corazón de la infeliz muchacha. Esta cayó al suelo pálida y sonriente. Huyru lloró mucho al lado del cadáver de su esposa. Entre él y sus compañeros de combate sepultaron a la joven en ese mismo lugar. Poco a poco todos se fueron y Huyru fue el único que permaneció llorando junto a la tumba de su amada Sara. Se cuenta que con su inconsolable llanto regó tanto la tierra, que a la mañana siguiente brotó una planta desconocida.
La nueva planta creció fuerte bañada con el llanto del infortunado muchacho. Enseñaba su tallo erguido, esbelto y arrogante. Estaba cubierta con traje de los mismos colores que usaba Sara Chojllu, enaguas de color verde claro y pollerines superpuestos. Cuando logró su completo desarrollo, la planta devolvió a la tierra los cabellos de la indiecita, los cuales se hicieron rubios con los rayos de sol.
La leyenda del maíz dice que en el fruto se formaron los dientes de la hermosa joven. También su rostro pálido pero sonriente, igual que el fatídico día de su muerte. La bella muchacha salió del seno de la tierra con todos sus atributos en forma de planta. Creció sostenida por la flecha de bambú que salió del arco de su padre con dirección a su corazón. Por eso la planta de maíz tiene forma de flecha. Las cañas cercanas a la cabeza del choclo (elote) conservan las lágrimas de Huyru. Por lo que son al mismo tiempo dulces por la dulzura del amor y un poco saladas por la amargura del infortunio de Huyru.
-Adaptación de la versión tradicional de la leyenda del maíz de Bolivia-.