lunes, 2 de marzo de 2020

El Puente del Diablo

Leyendas Bolivianas: El Puente del Diablo

by Rayber
(Bolivia)


Esta historia se pasó de padres a hijos. Cuenta mi padre que en su pueblo (Potosí, Bolivia) hay un antiguo puente. Este dicen ser más que solo un puente, ya que relatan:


Un jóven campesino estaba enamorado de una jóven indígena muy bella, hija del alcalde del pueblo. Ellos se veían a escondidas ya que su padre no aceptaría al chico por ser de familia humilde.

Un día su padre sale por la noche a caminar y los encuentra. El chico y el señor empiezan a pelear y su hija los detiene. Entonces su padre concibe una idea: "Si quieres a mi hija, pagarás con dinero el amor que tienes, pero éste tendrás que tenerlo en una semana."



El chico sin pensarselo viaja a la capital y trabaja de cosas que hasta un animal no trabajaría, pero lo consigue. Al quinto día decide volver ya teniendo dinero suficiente para cumplir con el acuerdo del padre de su novia.

Decide viajar en camión ya que autobuses no llegan al pueblo. Este tarda por raros problemas que salen al camino. Bueno total, el último día está a punto de llegar. Solo falta que pase un barranco que al otro lado está el pueblo, pero empieza a llover y llover.

El chico, desesperado, pide ayuda al diablo, quien contesta a su petición y le dice que al cantar por la mañana el gallo su alma le será suya. El chico acepta. Entonces el diablo se pone a trabajar picando piedras, haciendo dicho Puente.

El jóven se da cuenta que hizo mal y pide ayuda a Dios. De repente en la última piedra del puente se posan varios ángeles, no permitiendo que termine el puente. Así en la mañana canta el gallo y el muchacho salva su alma, pero desde entonces el puente queda siempre incompleto en una lado sin una piedra.

Dirán que se coloca una y ya. Pero yo lo intenté y de la noche aparece una neblina y por la mañana se ve en el lugar del puente que la piedra se ¿deshace???

Y a la media noche aparece en medio del puente un hombre que mira el lugar donde falta y se posa en ese lugar, desapareciendo por la mañana y volviendo en las noches mas frías que nadie aunque por broma se pondría ya que el "frío" no te dejaria descansar. Testigo de lo que pasó aquella noche entre un hombre y el diablo.

La leyenda del Guajojo (Bolivia)

Leyendas Bolivianas: La Leyenda del Guajojo

by Paulo
(Santa Cruz)


Cuenta la leyenda, que hace algunos siglos en una antigua tribu de la Chiquitanía, existía una hermosa joven: hija del cacique de la tribu. Esta muchacha se enamoró de un jóven de un estatus menor que el de ella, pero el amor pudo más que las clases sociales y ambos se venían a ocultas para demostrarse su amor.


Cierto día, el padre de la joven se enteró de la aventura romántica de su hija y decidió ponerle fin. Por medio de engaños llevó al novio de su hija a la selva y cuando estuvieron muy adentrados en la selva, el cruel cacique asesinó al jóven.

La muchacha presintió que algo ocurrió con su amado y corrió hasta la selva tan solo para ver que su amado yacía sin vida en el suelo cerca de su padre. La dolida joven en medio de llantos reclamó a su padre lo acontecido y dijo que se lo diría a todos en la tribu.



Entonces su padre, que también era un chamán, hizo una terrible acción para evitar que su hija lo delatara. Por ser descendiente suya no se atrevía a matarla, entonces por medio de su magia la convirtió en una horrible ave nocturna.

Pero antes de que la metamorfosis se completara, la muchacha alcanzó a pronunciar el nombre de su amado “Guajojó”.

Desde entonces, durante las noches en la selva, se escucha el estremecedor y triste sonido emitido por esta ave maldita, reclamando el asesinato de su amor.

La leyenda del duende (Bolivia)

Leyendas de Bolivia: El Duende

by Osbaldo
(Santa Cruz, Bolivia)


Cuenta una leyenda boliviana que en Santa Cruz existe un duende. Este tiene diferentes modos de vestirse aunque mucha gente dice haberlo visto con túnica blanca y un gran sombreo de "sao". La historia que me cuenta un señor ya mayor dice:


"Pasaba las tardes en Santa Cruz con mis amigos a jugar por el campo. Santa Cruz no era como ahora ya que los campos estaban cerca. Esa tarde yo y mis amigos nos reunimos para hablar de ello y apareció un extraño individuo....pareció niño pero la mirada delata muchas cosas y no la de un niño. Este amigo jugaba con nosotros todas las tardes pero por la noche volvia al bosque.

Yo me alejé un poco de mis amigos ya que mis padres necesitaban ayuda y me llamaban mucho. Así pasó un largo tiempo hasta que no los vi. Cuando volví por fin todos habían cambiado. Eran más atrevidos, groseros y peleones con todos.

El niño nuevo había caído bien pero no de la manera más adecuada ya que insinuaba a mis amigos faltar el respeto a sus padres con bofetas, insultos, puñetes, robar, etc.

Una tarde o casi noche, no recuerdo bien, uno de mis amigos viene a mi casa desesperado ya que sus padres, hartos de él, iban a castigarlo duramente con el chicote, así que me pide ayuda. Creí que hice bien en ayudarlo pero me equivoqué ya que él se portaba peor.

Una tarde me vuelve a pedir el mismo favor pero me niego. El jóven misterioso lo invita a ir a su casa que ahí tendrá de todo y no tendrá que ver a sus padres ni obedecer reglas. Mi amigo se fué con el. Pasaron uno, dos, tres días hasta que los padres de mi amigo vienen a mi casa asustados ya porque el jóven no daba señales.

Avisé a sus padres que mi amigo se fué con el otro jóven para el bosque a vivir. Me obligan a guiarles y por el campo muy al fondo, que horror! Encontramos partes de sus ropas botadas por el suelo y manchadas con sangre. La búsqueda se siguió 5 días creo.

El jóven nuevo no volvía a pisar el pueblo hasta que una tarde del sexto día solo se encuentra lo que parece ser costillas y algún hueso largo.

Ahora las historias sobre el duende crean expectación que con respecto a los niños malos, el duende se cuela entre grupos de amigos para llevárselos con excusas que tendrán casa, comida y no tendrán que obedecer ni reglas ni padres.

Nunca dejen a sus hijos caminar solos de noche pues la misma es el refugio del duende que observa a los jovenes esperando para poder meterse entre ellos como uno más y .....

La leyenda de la Coca (Bolivia)

Leyendas de Bolivia: Leyenda de la Coca


(Bolivia)


Era por el tiempo en que habían llegado a estas tierras los conquistadores blancos. Las jornadas siguientes a la hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas. Las ciudades fueron destruidas, los cultivos abandonados, los templos profanados e incendiados, los tesoros sagrados y reales arrebatados. Y, por todas partes en los llanos y en las montañas los desdichados indios fugitivos, sin hogar, llorando la muerte de sus padres, de sus hijos o de sus hermanos. La raza, señora y dueña de tan feraces tierras yacía en la miseria, en el dolor. El inhumano conquistador, cubierto de hierro y lanzando rayos mortales de sus armas de fuego y cabalgando sobre briosos corceles, perseguía por las sendas y apachetas a sus espantadas victimas.


Los indios indefensos, sin amparo alguno, en vano invocaban a sus dioses. Nadie, ni en el cielo ni en la tierra, tenía compasión de ellos.

Un viejo adivino llamado kjana-chuyma que estaba, por orden del inca, al servicio del templo de la isla del Sol, había logrado huir antes de la llegada de los blancos a las inmediaciones del lago, llevándose los tesoros sagrados del gran templo. Resuelto a impedir a todo trance que tales riquezas llegaran al poder de los ambiciosos conquistadores, había conseguido después de vencer muchas dificultades y peligros, en varios viajes, poner a salvo por lo menos momentáneamente; el tesoro en un lugar oculto de la orilla oriental del lago Titicaca.

Desde aquel sitio no cesaba de escudriñar diariamente todos los caminos y la superficie del lago para ver si se aproximaban las gentes de Pizarro.

Un día los vio llegar. Traían precisamente la dirección hacia donde él estaba. Rápidamente resolvió lo que debía hacer. Sin perder un instante, arrojo todas las riquezas en el sitio mas profundo de las aguas. Pero cuando llegaron junto a él los españoles, que ya tenían conocimiento de que kjana-chuyma se había traído consigo los tesoros del templo de la isla, con intención de sustraerlo al alcance de ellos, lo capturaron para arrancarle si fuera preciso por la fuerza el ansiado secreto.

Kjana-chuyma se negó desde el principio a decir una palabra de lo que los blancos le preguntaban. Sufrió con entereza heroica los terribles tormentos a que lo sometieron. Azotes, heridas, quemaduras, todo, todo soporto el viejo adivino sin revelar nada de cuanto había hecho con el tesoro.

Al fin los verdugos, cansados de atormentarle inútilmente, le abandonaron en estado agónico para in por su cuenta a escudriñar por todas partes.

Esa noche, el desdichado kjana-Chuyma, entre la fiebre de su dolorosa agonía, soñó que el Sol, Dios resplandeciente, aparecía por detrás de la montaña próxima y le decía:

-Hijo mió, tu abnegación en el sagrado deber que te has impuesto voluntariamente, de resguardar mis objetos sagrados, merece una recompensa. Pide lo que desees, que estoy dispuesto a concedértelo.

-¡Oh!, Dios amado – respondió el viejo- ¿Qué otra cosa puedo yo pedirte en esta hora de duelo y de derrota, sino la redención de mi raza y el aniquilamiento de nuestros infames invasores?

-Hijo desdichado-le contesto el Sol- Lo que me pides, es ya imposible. Mi poder ya nada puede contra esos intrusos; su dios es más poderoso que yo. Me ha quitado mi dominio y por eso, también yo como nosotros debo huir a refugiarme ene. Misterio del tiempo. Pues bien, antes de irme para siempre, quiero concederte algo que esté aún dentro de mis facultades.

-Dios mió,- repuso el viejo con pena- si tan poco poder ya tienes, debo pensar con sumo cuidado en lo que voy a pedirte.

Un grupo de habitantes del imperio del Sol, escapando de los intrusos, embarcándose en pequeñas balsas de totora, atravesó el lago y fue a refugiarse en la orilla donde kjana-chuyma estaba luchando con la muerte.

Los indios acudieron a cuidarlo. Kjana-chuyma era uno de los yatiris mas queridos en todo el imperio, por eso los indios, rodearon su lecho de agonía, llenos de tristeza, lamentando su próxima muerte. El anciano, al ver en torno de si ese grupo de compatriotas desdichados, sentia mas honda pesadumbre e imaginaba los tiempos de dolor y amargura que el futuro guardaba a esos desventurados. Fue entonces que se acordó de la promesa del gran astro. REsolvio pedirle una gracia, un bien durable, para dejarlo de herencia a los suyos; algo que no fuera ni oro ni riqueza; para que el blanco ambicioso no pudiera arrebatarles; en fin un consuelo secreto y eficaz para los incontables días de miseria y padecimientos.

Al llegar la noche, lleno de ansiedad en medio de la fiebre que le consumía, imploro al sol para que acudiera a oírle su ultima petición. Alos pocos momentos un impulso misterioso lo levantó de su lecho y lo hizo salir de la choza.

Kjana-chuyma, dejándose llevar por la secreta fuerza que lo dirigía, subió por la pendiente arriba hasta la cumbre del cerro. En la cima notó que le rodeaba una gran claridad que hacia contraste con la noche fría y silenciosa. De pronto una voz le dijo:

-Hijo mío. He oído tu plegaria. ¿Quieres dejar a tus tristes hermanos un lenitivo para sus dolores y un reconfortantes para las terribles fatigas que les guarda en su desampara?

-Si, si. Quiero que tengan algo con que resistir la esclavitud angustiosa que les aguarda. ¿Me la concederás?

-Bien,- respondió la voz- mira en torno tuyo ¿ves esas pequeñas plantas de hojas verdes y ovaladas? La he hecho brotar por ti y para tus hermanos. Ellas realizaran el milagro de adormecer penas y sostener fatigas. Serán el talismán inapreciable par los días amargos. Di a tus hermanos que, sin herir los tallos, arranquen las hojas y después de secarlas, las mastiquen. El jugo de esas plantas será el mejor narcótico para la inmensa pena de sus almas.
Kjana- chuyma, sintiendo que le quedaban pocos instantes de vida, reunió a sus compatriotas y les dijo:

-hijos míos. Voy a morir, pero antes quiero anunciaros lo que el INTI, nuestro Dios, ha querido en su bondad concederos por intermedio mío: Subid al cerro próximo. Encontrareis unas plantitas de hojas ovaladas. Cuidadlas, cultivadlas con esmero. Con ellas tendréis alimento y consuelo. En las duras fatigas que os impongan el despotismo de vuestros amos, mascad esas hojas y tendréis nuevas fuerzas para el trabajo.

En esos desamparados e interminables viajes que les obligue el blanco, mascad esas hojas y el camino os hará breve y pasajero.

En los momentos en que vuestro espíritu melancólico quiera fingir un poco de alegría, esas hojas adormecerán vuestra pena y os dará la ilusión de creerlos felices.

Cuando queráis escudriñar algo de vuestro destino, un puñado de esas hojas lanzado al viento os dirá el secreto que anheláis conocer.

Y cuando el blanco quiera hacer lo mismo y se atreva a utilizar como vosotros esas hojas, le sucederá todo lo contrario. Su jugo, que para vosotros será la fuerza de la vida, para vuestros amos será vicio repugnante y degenerado: mientras que para vosotros los indios será un alimento casi espiritual, a ellos les causará la idiotez y la locura.

Cuidad que no se extinga y conservarla y propagadla entre los vuestros con veneración y amor. El viejo kjana-chuyma doblo su cabeza sobre el pecho y quedo sin vida.

Los desdichados indios gimieron por la muerte del venerable yatiri. Eligieron la cima del próximo cerro para darle sepultura. Fue enterrado dentro de un cerco de las plantas verdes y misteriosas. Recién en ese momento se acordaron de cuanto les había dicho al morir kjana-chuyma y recogiendo cada cual un puñado de las hojitas ovaladas se pusieron a masticarlas.

Entonces se realizo la maravilla. A medida que tragaban el amargo jugo, notaron que su pena inmensa se adormecía lentamente...


(Leyenda extraída del libro "Leyendas de mi tierra" de Antonio Díaz Villamil)

Oboish

Oboish

En Bolivia existen también creencias de enfermedades similares al mal de ojo, pero mortales, llamadas “oboish” o “malpuesto”.
Este mal solo puede ser curado por hechiceros que vendieron su alma al diablo. Los remedios van desde agua bendita hasta latigazos con cintas hechas de piel de animal.

Los duendes

Los duendes

El duende es un personaje recurrente en las historias bolivianas. Distintas versiones hablan de ropas blancas, sombreros y otros atuendos particulares, pero todas coinciden en que es un niño cuyos ojos asoman el mal.
Cuentan que murió antes de que lo bautizaran y ahora va por ahí haciendo travesuras. Algunas historias aseguran que tiene una mano de hierro y con ella golpea a quien encuentra; otras historias lo asocian con asesinatos.

La Destrucción de Huari

La destrucción de Huari

Un dios maligno llamado Huari decidió enfrentar a la tribu de los urus por haber seguido el camino del bien.
Envió plagas y monstruos como serpientes y sapos a destruir la población, pero la Virgen del Socavón salió a su rescate y peleó con el dios hasta que este huyó y se escondió donde nadie más pudiera encontrarlo.